lunes, 17 de agosto de 2009

Uma - Fiel muestra de que toda mascota se parece a su dueño.



Los Zarazaga hemos tenido siempre mascotas, sobre todo perros.
Ya dicho todo lo que dije sobre lo que opina la gente de nosotros, no tiene por qué resultarles extraño que siempre hayamos tenido mascotas desquiciadas que hicieran juego con nuestra forma de ser.
Nuestro primer perro tenía complejo de pez y no toleraba no tener contacto con el agua en todo momento; luego vinieron los dos dálmatas, y Tiara, la perra, sufría embarazos psicológicos después de haber dado a luz a sus nueve cachorros; por otra parte, Ra, el perro responsable de todo este asunto, no asumía ni por broma la paternidad (ni siquiera la de los cachorros reales). Nuestra perra nos robaba los peluches, celulares, controles remoto y hasta los despertadores, confundiendo todos estos elementos con un cachorro suyo, y si el despertador o el celular sonaban... el cuadro te mataba de tristeza.
Tuve peces suicidas que decidieron saltar de la pecera al vacío, peces homicidas, peces que fingían estar muertos y peces con complejo de perro. Lo más curioso de todo este asunto es que no me gusta tener peces, pero la gente continúa regalándomelos.
¿Mencioné que tuvimos una tortuga de tierra que decidió ser de agua y optar por vivir en la pileta, hasta que un día desapareció por el tapón?
En fin, lo de los conejos no voy a contarlo porque su muerte fue mi culpa y todavía me destruye recordarlo. Pero no quería dejar de contar que tuvimos conejos, y no eran normales.
Actualmente tenemos dos perras, Mora (pastor belga) y Uma (ovejero alemán). Esta última tiene complejo de ave, y los primeros años practicó deportes extremos saltando continuamente desde el techo hacia la nada (aunque muchas veces apuntaba hacia la nada del vecino). Este personaje actúa de modo tal que muchas veces nos genera preguntas al tipo “Ah, ¿y eso es normal?”
Antes de llegar a la conclusión de que Uma tiene alma de deportista, nosotros creíamos que sus saltos eran claros intentos de suicidio,
lo cual nos parecía hasta entendible, ya que a la pobre le tocó ser mascota de mi familia y al principio debe haber pensado que no podía manejar semejante destino. Un día, al poco tiempo de tenerla y siendo ella todavía cachorra, se lanzó desde el techo de casa al vacío. La primera vez que lo hizo nos quedamos anonadados, era imposible que una perra cachorra cayera desde tan alto y no se hiciera absolutamente nada; estábamos muy contentos convencidos de que era un milagro. (Por su parte, Uma debe haber pensado “¡Pero carajo! ¿En qué fallé? ¿Por qué sigo acá con estos locos?”). Pasó un tiempo desde el incidente, cuando de repente lo intentó de nuevo, pero esta vez desde otro ángulo. Falló otra vez, y nosotros decidimos pensar que teníamos un gato en lugar de una perra. El siguiente intento que hizo fue el de mudarse, ya que no sólo se tiró del techo sino que además fue a parar a la casa del vecino del lado de casa. Fue sumamente incómodo explicarles a mis vecinos por qué nuestra perra estaba en su jardín. No obstante, nos la devolvieron con gusto y nos miraron con cara de “sí, sí… todo bien, locos”.
Al cabo de un par de días, Uma desistió de la idea del suicidio desde el techo, cuando vió la oportunidad de su vida: mi mamá la ató a la reja de afuera (no recuerdo bien por qué hizo eso mi madre, pero intuyo que era algún tipo de castigo), la dejamos sola mientras nosotros quedamos adentro almorzando, cuando de repente mi mamá escucha que Uma se quejaba, entonces salió y la vió que estaba patas arriba, nuevamente en la casa de los vecinos (definitivamente sentía aprecio por ellos) ahorcándose y perdiendo sangre por su boca. Esto fue realmente feo y desesperante, mi mamá gritaba y Uma estaba casi inconciente. En fin, minutos después, luego del operativo “frustremos otro suicidio”, la teníamos sana y salva en casa de nuevo. Desde ese día, Uma entendió que cada vez que intente deshacerse de nosotros, ahí vamos a estar para arruinarle los planes, y comprendió que no le queda otra que lidiar con esto de convivir con nosotros, y puso todo su esfuerzo en acostumbrarse, tanto que ahora es una loca más en la casa.
“Pasen y vean, pasen y vean” tendría que decir un tipo en la puerta de casa, como auspiciando un circo.






2 comentarios:

Natalia Asis dijo...

le demos una mano pobre Uma!!! je je je.... dentro de todo la quiero... pero lejos :D

Coti Zarazaga dijo...

Jaja! Sé que la querés, imposible no quererla.