miércoles, 19 de agosto de 2009

Qué difícil es ser yo



Las situaciones embarazosas son algo que realmente vivo a menudo. Los papelones son una constante en mi vida desde que me acuerdo, y cuando era chica realmente lo pasaba muy mal a causa de esta tendencia que tengo a hacer el ridículo en público.
Se me vienen a la mente demasiadas situaciones en las que quise ser abducida por extraterrestres que me llevaran lejos del lugar en el que se estuviera desarrollando el papelón de turno, por eso es que decidí inaugurar la etiqueta “solamente a mí” en la que pretendo compartir con el mundo cada una de estas situaciones.
El papelón que hoy elijo contar tuvo lugar en el verano de 2007/2008. Yo trabajaba en el Shopping y a veces me tocaba el horario de la tarde. Recuerdo que ese día me levanté tarde, almorcé y me senté en la pc a terminar un trabajo. Era viernes, el día que le seguía al jueves en el que en USA daban capítulo estreno de “Lost”. Afortunadamente, en el mundo hay mucha gente solidaria e inteligente que lo primero que hacía los viernes era subir a internet el capítulo estreno de Lost. Así fue que descuidé mis responsabilidades para ponerme a bajar el capítulo para verlo ese mismo día, aquel que haya sido adicto a la serie lo entenderá.
De repente, miré el reloj y vi que eran las 15:47 y yo entraba a las 16:00, entonces opté por apurarme (mi trabajo quedaba al frente de mi casa). Salí apurada pero no, ya que mi apuro suele ser sólo mental dado que detesto caminar rápido. Ahí estaba yo camino a mi trabajo cuando me pasó lo siguiente: primero debo aclarar que soy una persona flaca, vengo de una familia de flacos eternos y en mi horizonte no se asoma ni por broma la posibilidad de engordar. Es por ello que mis jeans deben estar sujetados por un cinto, ya que de lo contrario exhibo cosas que prefiero reservarme para la intimidad. Recuerdo que hacía un par de días me había comprado un cinto que se coloca por encima del pantalón, sin necesidad de pasarlo por los ojales. En resumen, el cinto es de una practicidad absoluta. Ese día lo usé, pero cometí el error de usarlo con un pantalón al que se le había salido el botón, así que lo único que separaba mis partes del resto del mundo era mi cinto nuevo.
Ya llegando a mi trabajo, atravieso la playa de estacionamiento abstraída por completo en la música que iba escuchando y, de repente, no sé cómo sucedió, tuve una sensación de ligereza que me llevó a mirar hacia abajo, y allí vi mi cinto en el suelo y mis pantalones más bajos que de costumbre, estaba muy cerca de quedar en b*las, y en una playa de estacionamiento (disculpen por lo de b*olas, soy mujer, no tengo, pero así es como lo cuento) El problema fue que no tenía manos para subirme el pantalón ni para levantar mi cinto ya que cargaba mi libro y mi cuaderno, por lo que el show de desesperación que ofrecí debe haber sido hilarante. La situación era cada vez peor y me faltaba muy poco para empezar a querer morir ahí mismo. Sin embargo, comencé a reír, pero a reír con muchas ganas por el pedazo de papelón que estaba protagonizando frente a vaya saber uno cuántas personas ¿qué más podía hacer sino reírme? Claro que además de exhibicionista me debo haber ganado además el rótulo de loca, porque fue tal el ataque de risa que me agarró que no podía volver a ponerme el cinto.
Cuando logré recuperar fuerzas, observé por un instante el panorama: mi libro, mi cuaderno, mi cartera y mi dignidad estaban en el suelo. Pude levantar los tres primeros elementos y llegar vestida a mi laburo, pero el último definitivamente sigue en aquella maldita playa de estacionamiento.


2 comentarios:

Lucas P. Michref dijo...

Aun siendo hombre puedo entender lo desesperante de la situación para alguien del sexo opuesto; pero ese ataque de risa fue tu salida airosa. Si yo hubiese sido quien presenciara tamaño traspié, al verte reir, hubiera pensado que tenes la mejor de las actitudes.
Alguna vez me pasó, aunque con diferencias sustanciales a saber: en vez de playa de estacionamiento fue en otra playa...La Brava, Pta del Este, a la altura de los dedos, pleno enero, atestada de gente. Vos decis que dejaste tu dignidad y recuperaste el resto y yo en cambio no pude recuperar mi malla (arrebatada olas adentro en operativo comando por 5 retrasados mentales con los que compartía mis vacaciones) hasta despues de correr por una toalla, taparme, y perseguir con una mano en la cintura al oligofrénico amigo que flameaba mi malla sobre su cabeza para que todos vieran lo que yo buscaba arrebatarle. Todo parecía una inocente broma de verano, con el agravante de que mi carga genética tiene ciertas características especiales, las cuales quedaron expuestas a los atónitos ojos de todos los veraneantes en la citada playa.
No quise volver a esa playa, pero a la semana pensaba que ya no habría quien pudiera reconocerme.
Volví provisto de lentes negros y gorra temeroso de equivocarme. Plantamos sombrilla y luego de una hora me animé a quitarme la gorra y los lentes. Me equivocaba. desde no se que sombrilla alguien gritó: "Hey! eslabón perdido!!! te ataste bien la malla hoy?!?!"

Coti Zarazaga dijo...

Jajajajajajaja!!!!! Por Diooooooos me ganaaaaaaste!!! Qué desastre lo tuyo amigo!! Jajaja!! Poooooobree! Que te hayan reconocido fue lo más!! Jaja me voy riéndome mal!