jueves, 13 de agosto de 2009

Soy Zarazaga

Si hay algo que puedo conseguir con tan sólo pestañar, es un grupo de personas que afirmen que los Zarazaga estamos completamente locos. No sé muy bien por qué esta gente tiene una imagen así sobre nuestra naturaleza, pero algo me dice que tan equivocados no están.
Mis padres no son de este mundo, sino de otro mucho mejor. Son los seres que más admiro en la tierra y una gran prueba para mí de que el amor no sólo existe sino que también es eterno.
Mis hermanos también son oriundos del mundo de mis padres, y somos todos tan diferentes los unos de los otros, que la fórmula parece extraída de un guión de película. Lo genial de estar locos es que atraemos a los otros locos que caminan a la deriva por el mundo, y mi familia pasó de tener seis integrantes a una cifra desconocida, ya que cada amigo que traíamos a mi casa mis hermanos y yo, quería ser adoptado por mis padres. Así es que, aún hoy, en toda foto familiar se puede ver el rostro de algún que otro hijo putativo. Somos una familia grande.
Y sí, puede ser que estemos re locos al haber tenido (mis hermanos y yo) una infancia en la que lo más genial de los fines de semana era hacer "la colchoneada" Pf! ¡Era buenísimo! Llegaba el sábado a la noche y los seis comenzábamos el traslado de colchones hacia el living, bien ubicados frente al televisor desde el cual veíamos la gran selección de películas alquiladas ese mismo sábado a la tarde. Por lo general, se trataba de una peli para cada uno, es decir, una que quisiera ver yo (que siempre eran las mismas dos, yo era muy fácil: “La bella durmiente” y “Fiebre de Amor” con Luis Miguel… sí, mi criterio no era el mejor a la hora de alquilar películas a los 3 o 4 años de edad); otra que quisiera ver Manu, otra para Marce, otra para Mati y, naturalmente, una para mis papás. (La película que más grabada nos quedó de una colchoneada fue “La Historia Sin Fin”).
Generalmente veíamos primero la que era "para toda la familia" y yo después de verla seguramente me quedaba dormida, supongo que sabía que ya les había secado el cerebro a todos con mis dos películas favoritas y… ahora que lo pienso, casi no tengo recuerdos de haber visto muchas veces esas dos en una colchoneada... En fin, comprábamos “cosas ricas” y listo. El programón del fin de semana de mis papás era este y, por supuesto, el nuestro también. Tan es así que esto se convirtió en una tradición que mis hermanos y yo nos vamos a encargar de mantener con nuestros propios hijos.

Queda oficialmente inaugurado el rincón de mi blog en donde voy a contar un poco cómo es esto de ser Zarazaga, recordando esta vida hermosa que tengo sin esperar a tener 90 años, cuando quizás ya me falle la memoria para hacerlo. Acá irán a parar las anécdotas familiares que mejor recuerde, por más que estén escritas en todos lados no quería dejar de escribirlas acá.
Soy Zarazaga, nada más.



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